5 ago.- El Artículo segundo de la Ley No. 2536, del 23 de octubre de 2003, sentenció: “Confórmase una Comisión Interinstitucional para la organización y promoción de la Festividad Religiosa de la Virgen Nuestra Señora de Urkupiña, con la participación de representantes de la Prefectura del Departamento, Alcaldía Municipal de Quillacollo, Instituto Boliviano de Turismo, Asociación de Conjuntos y Fraternidades Folklóricas e Iglesia Católica”.

De la citada “Comisión”, cuatro de ellas cambiaron de razón social: el Instituto Boliviano de Turismo, fue absorbida por el Vice Ministerio de Turismo (actualmente dependiente del Ministerio de Educación); la Prefectura, fue bautizada como Gobierno Autónomo Departamental, la  Asociación de Conjuntos y Fraternidades Folklóricas, que adoptó su nominación como Asociación de Fraternidades Folklóricas “Virgen de Urkupiña  y la Alcaldía, reconocido como Gobierno Autónomo Municipal, cuyos representantes, excepto del Vice Ministerio, solamente se reúnen semanas previas a la Festividad, para atender y encarar emergencias del proceso organizativo, es decir, sólo cuestiones coyunturales, sin asumir con la seriedad y el trato sostenido de las obras infraestructurales, la comprensión plena del significado de la manifestación folklórica-religiosa,  el relegamiento de una permanente promoción de la misma, etc. etc., condiciones que demandan una sostenida dedicación.

La Festividad no puede ser apropiada por autoridades municipales de Quillacollo
La Festividad no puede ser apropiada por autoridades municipales de Quillacollo

 Al siguiente año, nuevamente se advierten las apresuradas reuniones para una precipitada programación, y ello, acaba ahí de manera recurrente, sin dar lugar, ni siquiera a una evaluación, es decir, que un censurable carácter cíclico, se apoderó de ella, y que ya se la asume como característica. 

En casi dos décadas de vigencia de esa norma nacional y de la “Comisión”, el desarrollo de la manifestación religioso-folklórica, no ha registrado mejoras sustanciales en cuanto a la preparación y profundización de su realización, acciones que deberían obedecer al mandato de esa ley, cuyo espíritu inclusive, estimuló: “el Poder Ejecutivo, queda encargado de tramitar y obtener recursos financieros nacionales e internacionales, para promover e incentivar el turismo, el espíritu religioso y las costumbres de la Festividad Religiosa Nuestra Señora de Urkupiña”.

Obviamente, la Ley lo instruye, pero en la práctica es otro el comportamiento. Y ante la actitud contemplativa de estos “responsables”, lo comercial y lo pagano, cabalgan con roles cada vez más protagónicos, en desmedro principalmente de lo religioso. Las reiteradas propuestas expresadas a la Comisión desde lo externo, no tuvo acogida favorable, es más, y de manera frecuente, se sugirió también, la inclusión a la “Comisión”, a representantes de sectores que intervienen de manera directa en la ocurrencia del “fenómeno social”, que así se la ha identificado últimamente a la Festividad de Urkupiña.

Instancias como: los bordadores que aportan con el color, los músicos con el sonido, los periodistas con la información, la gastronomía con el sabor, los transportistas con la movilización, los efectivos policiales con el orden y otros sectores, cuyas acciones contribuyen determinantemente a la celebración de la fiesta, se hallan excluidos del proceso preparatorio, ejecutivo y evaluativo.

Inclusive, en varias ocasiones, excepto los de la Iglesia Católica, los representantes de estas instituciones que conforman la Comisión Interinstitucional, hicieron aflorar conflictos internos, que lamentablemente rebasaron sus propios controles, provocando con ello, riesgos a la organización, y al mismo desarrollo de la Festividad.

Por: Johnny Fernández Rojas (periodista y gestor cultural