1 Jun.- Una travesía de aproximadamente 300 kilómetros desde la capital orureña fue la aventura que llevó a una delegación oficial de bolivianos hacia el océano Pacífico. La población chilena de Pisagua fue la meta, donde se palpitó más de cerca ese sentimiento de volver al mar.

Allí se realizó, la pasada semana, la histórica suscripción del Memorándum de Entendimiento entre el Alcalde de Huara y el Gobernador de Oruro, con la presencia del cónsul de Bolivia en Chile, Wálker San Miguel.

Vista panorámica del otraa puerto de Pisagua.Ese acuerdo, en esencia, busca promover el comercio entre ambos países y el turismo de Bolivia hacia las costas del Pacífico —por Pisagua— aunque sin soberanía.

Para hacer posible ese acercamiento se barajó la idea de reconstruir el puerto de ese lugar.

El recorrido de la delegación hacia el extenso océano, como no podía ser de otra manera, tuvo sus peculiaridades como la carretera impecable en el lado chileno y la vía polvorienta en el lado de Bolivia. Imponentes serranías y extensas planicies semejantes a un desierto fueron la constante del viaje de aproximadamente ocho horas.

A medida que nos acercábamos a Huara (Chile), la población que antecede a Pisagua, el clima se fue haciendo más benigno.

CONTINÚA EL ENMALLADO

El gobernador de Oruro, Santos Tito, y el cónsul San Miguel comandaron el operativo, cuya primera parada fue la localidad de Pisiga Sucre, frontera con Chile y distante a unos 150 kilómetros de la ciudad de Oruro.

En el lugar, el comandante de la unidad militar Juan Carlos Sanabria confirmó el enmallado del sector por parte del gobierno del vecino país y el cual fue denunciado por autoridades, dirigentes y comunarios de la región fronteriza.

“Hace aproximadamente un mes hicieron operaciones militares y el enmallado ya está por 850 metros de longitud en el sector de Pisiga Bolívar, próximo a Pisiga Sucre y Pisiga Choque, que comparten la extensa frontera con los chilenos”, afirmó.

A pocos kilómetros, precisamente, está Pisiga Bolívar, donde por el flujo vehicular y el tránsito de ciudadanos bolivianos y chilenos aparentemente no se siente “el clima de hostilidad” que generó el enmallado. Las actividades en el lugar casi no se alteraron. Por ejemplo, los librecambistas siguen con su tarea habitual.

INCIDENTE

A unos diez minutos de Pisiga Bolívar está Colchane, el casi impecable y estricto puesto fronterizo del lado chileno. “Realmente se nota la diferencia”, musitó un periodista que viajaba en el bus al ver la carretera asfaltada, jardineras mantenidas, señalización adecuada, oficinas de la Aduana, sanidad alimentaria y migración equipadas. El ingreso y salida es vigilado por la Gendarmería chilena.

La retención temporal de dos periodistas por llevar un par de mandarinas demoró, un poco, la prosecución del viaje. “No está permitido el paso de ninguna fruta, porque pueden portar la mosca que infecta las plantaciones y la multa es de 200 dólares”, explicó amablemente a Cambio un cabo de la Gendarmería. El punto es casi la mitad de la travesía hacia Pisigua.

El municipio de Huara, el kilómetro 0 (cero) del corredor Bioceánico, ya en territorio chileno, fue la siguiente estación. Eran las 13.00 del miércoles 25 cuando el alcalde de Huara, Carlos Silva Riquelme, en histórico encuentro, dio la bienvenida al Gobernador de Oruro y al cónsul San Miguel.

Si hasta ese lugar el viaje atravesó montañas y planicies extensas y casi desoladas; de Huara hacia Pisagua el panorama fue árido y desértico. Pese a ello, se nota la presencia del Estado chileno, con el movimiento de enormes extensiones de tierra, alguna vegetación y la instalación de energía eléctrica, por toda la vía.

A medida que nos acercábamos al objetivo, es decir la costa marítima, se sintió la elevación de la temperatura al igual que la inquietud de los viajeros por ver el mar. La carretera “serpenteada” da acceso a Pisagua, la población que pertenece al municipio de Huara.

La treintena de viajeros nos arremolinamos hacia las ventanas para divisar el imponente océano Pacífico. Entre lentes de las filmadoras y cámaras fotográficas se observa, abajo, el azul del mar, y eso eleva la emoción de estar en el añorado mar de Bolivia.

Los demás, no es que deja de ser importante, pero al llegar al lugar, hasta el sueño y el hambre se disiparon por la satisfacción de contemplar y sentir la brisa y las olas marinas.

El fondo de barcos y barcazas surcando las aguas parecía que esperaban la llegada de los bolivianos, entre ellos representantes de las organizaciones sociales. No dejó de llamar la atención la presencia de un contingente de efectivos del Ejército chileno, que a decir de la gente de Pisagua no aparecía desde la época del dictador Augusto Pinochet, allá por la década de 1970.

APOYO A SALIDA AL MAR DE BOLIVIA

Ya en Pisagua, el diputado chileno Hugo Gutiérrez Gálvez sostuvo que el pueblo de su país no comparte algunas acciones de su gobierno, como el enmallado de la frontera con Bolivia. Él apoya la demanda de salida soberana al mar de los bolivianos.

La directora de la escuela G-49 Pisagua, Ivón Meya, planteó la necesidad de dejar de lado esas barreras “ficticias” que impiden los verdaderos procesos de integración. “En verdad debe existir una integración real que nazca del corazón de las personas y no de las razones políticas”, expresó.

Alberto Yapuchura Pisagua, Chile / Cambio