La Paz, 6 jul.- A sus 11 años de edad, Ernesto Cavour Aramayo fue cautivado por el charango, instrumento musical que después le abrió las puertas de casi un millar de escenarios en países de tres continentes, en sus más de 50 años de vigencia como compositor e intérprete. Este artista paceño nació el 9 de abril de 1940. Tiene más de 200 composiciones y aproximadamente 50 instrumentos inventados.

Su dedicación por el charango fue adquirida por la influencia que tuvieron en su niñez y adolescencia los dos barrios populares en los que vivió: Callampaya, ahora El Tejar, y Chijini, hoy zona Gran Poder. Además, por el ambiente y paisaje rural y urbano, que fueron una inspiración para el maestro del charango, como es conocido hoy.

Grupo de niños con el maestro de charango Ernesto CavourCavour recuerda que su mamá no quería que se dedique al charango y a la música porque le decía que si él era músico iba a ser borracho, mujeriego y pendenciero.

Al igual que Cavour, en ese mítico barrio paceño también se forjaron Jaime del Río; Yayo Jofré, integrante del grupo Los Jairas; Octavio Cordero, de Los Payas; Freddy Suazo; Pepe Betancour, de Los Ídolos; ‘el Negro’ Fonolo; los hermanos Estrada, creadores la danza de los caporales; los hermanos Cabrera, integrantes del Grupo Pacha, ahora Los Sauzales, y Los Caminantes.

Además se formaron Los Trovadores de Bolivia, Los Chaskas (antes Jairitas), el fundador del grupo Ruphay Mario Gutiérrez y otros más que migraron a Europa.

En 1957 Cavour empezó a formar parte de un grupo musical experimental: Los Juncos. En esta agrupación se mantuvo por más de dos años, tocando el charango e interpretando ya algunas de sus composiciones.

En 1966 dejó Los Juncos para formar parte del grupo Los Jairas. En esta agrupación sus compañeros eran Julio Godoy, Édgar Jofré, ‘el Gringo’ Favre y, más tarde, el reconocido Alfredo Domínguez.

“Lastimosamente, o felizmente, en 1971 el grupo recibió un pasaje a Suiza, pero no volvió. Sólo retorné yo. Fuimos invitados por la Fundación Patiño con la idea de irnos sólo por un año porque, como todos los artistas, queríamos conocer el mundo”, evoca.

Un año y medio más tarde, cuando el grupo decidió quedarse en Europa, Cavour regresó a Bolivia porque sentía que sólo en su tierra natal había un caudal de belleza cultural y riqueza humana.

Ernesto Cavour, de su querido barrio a la calle Jaén

Después de más 35 años en el barrio de Chijini, Cavour, el “autodidacta” y compositor, ahora es dueño del Museo de Instrumentos Musicales, que desde hace más de 20 años está ubicado en la conocida y antigua calle Jaén, en la ciudad de La Paz. El museo estaba en otro lugar en los 35 años anteriores.

“Este inmueble lo adquirí junto con mi familia y por suerte esta casa le dio realce a la calle Jaén. En ese entonces los dueños estaban desesperados por vender esta casa, que era muy vieja, y yo tuve la suerte de comprarla”, señala. En este recinto están en exposición más de 50 instrumentos musicales, casi todos basados en cuerdas y viento, que son llamados aerocordófonos.

“El charanguito Muyu Muyu (vuelta vuelta en aymara), que es el papá de la guitarra Muyu Muyu, es una de mis principales creaciones”, sostiene.

Una de las anécdotas de recuerda Cavour es la de la zampoña cromática. “Nadie quería usarla, la promocioné mucho con otros artistas, y ahora está en todo el país y el mundo”, cuenta.

Además de los instrumentos de cuerda y viento, también están en muestra una gama de artesanías y literatura.(Cambio)