Las elecciones generales que se celebrarán este domingo 6 de diciembre marcarán una nueva etapa de la historia política de BoliviaLa Paz, 6 dic.- Las elecciones generales que se celebrarán este domingo 6 de diciembre marcarán una nueva etapa de la historia política de Bolivia porque se iniciará un proceso de renovación institucional que marchará acorde con el proceso de cambio.

Hasta hoy el gobierno del presidente Evo Morales Ayma ha tenido que administrar Bolivia desde enero de 2006 con una pesada herencia institucional dejada por varios años de Gobiernos neoliberales desde que la democracia se reinició el 10 de octubre de 1982, después de casi dos décadas de regímenes dictatoriales de distinto corte desde los ultra violentos, hasta aquellos que optaron por retirarse a los cuarteles para dejar que el poder civil se haga cargo de la administración.

El advenimiento de la democracia con la asunción al poder de Hernán Siles Zuazo, un dirigente izquierdista que quiso poner orden en el desorden fue doloroso porque el pueblo boliviano tuvo que enfrentarse a la represión militar que se oponía a todo lo que huela a izquierda. Eran épocas en las que las Fuerzas Armadas respondían a una doctrina de seguridad impuesta desde Estados Unidos que entrenaba a sus alumnos más destacados que, a la larga, fueron los que desencadenaron golpes de Estado en América Latina.

El ascenso a la Presidencia de Siles Zuazo, del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI) se produjo después de que los sectores de derecha, principalmente el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), entonces dirigido por el ex presidente Víctor Paz Estensoro, y la naciente Acción Democrática Nacionalista (ADN) del general Hugo Banzer Suárez, quien encabezó un cruento gobierno dictatorial entre 1971 y 1978, se le opusieron en el Congreso para impedirle su paso a la Presidencia.

Más pudo la presión social y sindical que estos aleteos de los partidos de derecha y conservadores para viabilizar que Siles Zuazo llegue al poder.

Para los historiadores, más allá de lo que representó el Gobierno de Siles Zuazo para la democracia, la estrategia de la derecha era promover el desgaste de la izquierda en el poder para que nunca más vuelva a contar con el apoyo popular.

De esa manera Siles Zuazo tuvo que enfrentar una galopante crisis económica que llegó a registrar un 27.000 por ciento de inflación y una pesada deuda exterior contraída por las dictaduras.

Y vaya que lo lograron. Siles Zuazo comenzó a desgastarse por la crisis económica y el aumento de la pobreza en la población que le obligó a renunciar a su mandato por un año y convocar a elecciones generales el año 1985.

Los planes de la derecha comenzaron a consolidarse porque en esos comicios ganó Víctor Paz Estenssoro, del MNR, quien impulso un paquete de duras medidas económicas destinadas a la racionalización del gasto público, lo que dio lugar al despido de miles de trabajadores de las minas.

Paz Estensoro gobernó hasta 1989 con una política económica neoliberal que inauguró un largo periplo de mandatos similares.

Este presidente fue relevado en el poder por su sobrino, Jaime Paz Zamora, jefe del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), cuyo nacimiento se produjo par oponerse la dictadura de Banzer.

Paradójicamente Paz Zamora llegó a la Presidencia, pese a haberse clasificado en el tercer lugar en elecciones en las que ninguno de los tres postulantes más fuertes no lograron el 50 por ciento más uno.

El Congreso definió la elección del próximo presidente en base a acuerdos tras el telón. Paz Zamora fue designado Presidente con el apoyo de los votos de los parlamentarios de Banzer en el Congreso en una suerte de "cruzar ríos de sangre", dada la otrora confrontación con el MIR.

El Gobierno de Paz Zamora, al igual que el de Paz Estensoro, administró el país en base a recetas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y se caracterizó por las denuncias de hechos de corrupción en su contra.

En las elecciones de 1989 volvieron a enfrentarse los tres candidatos más fuertes, el MNR, ADN y el MIR, pero esta vez el ya líder del "emenerrismo", el empresario minero Gonzalo Sánchez de Lozada, ganó de lejos los comicios. Era el segundo triunfo electoral en su carrera política.

Sánchez de Lozada, quien pese a su nacimiento en Bolivia residió mucho tiempo en Estados Unidos, estaba ligado a la Administración de la Casa Blanca. Puso en macha un programa económico denominado el "Plan de Todos" mediante el que se comprometió a crear 500.000 empleos y a mejorar la situación económica de Bolivia.

Su política económica se sustentó en un programa que sus allegados denominaron como de capitalización de empresas estatales, cuando en los hechos no era más que una privatización, al entregar esas instituciones estratégicas del Estado a transnacionales de hidrocarburos, telecomunicaciones, electricidad y transportes aéreos y ferroviarios.

La apertura y facilidades que dio a las inversiones fueron amplias, al punto que en el sector de los hidrocarburos solamente les imponía a los "capitalizadores" que dejen al país solamente un 18 por ciento y que se lleven el 82 por ciento restante.

En 1997 ingresó al poder el general Hugo Banzer Suárez, esta vez investido de democracia y de la mano de su partido, Acción Democrática Nacionalista (ADN).

Banzer asumió la Presidencia sin obtener la mayoría de la votación por lo que tuvo que recurrir al apoyo del MIR que le devolvió el favor dado en 1989 para la asunción al poder de Paz Zamora.

Banzer no pudo terminan su mandato hasta el año 2001 porque fue afectado de un cáncer que acabó con su vida el año 2001. Poco antes había renunciado a la Presidencia para dejar que su vicepresidente, Jorge Quiroga Ramírez se haga cargo del poder.

Su gobierno estuvo caracterizado por huelgas, bloqueos de caminos y enfrentamientos de la población civil de campesinos e indígenas con los militares en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

El advenimiento a la Presidencia de Jorge Quiroga Ramírez el año 2001 fue una repetición de lo hecho con anterioridad por los gobiernos neoliberales. No podía ser de otra manera porque Quiroga tenía fuertes vínculos familiares, políticos y académicos con Estados Unidos, donde estudió.

Las elecciones de 2002 fueron ganadas nuevamente por Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR frente a las propuestas de otros partidos tradicionales y de izquierda.

Sin embargo Sánchez de Lozada no ganó fácilmente esos comicios, porque fue pisado en los talones por el líder campesino de los productores de hojas de coca, Evo Morales Ayma.

En esos comicios, Sánchez de Lozada obtuvo el 22,5 por ciento de los sufragios frente al 20,94 por ciento de Evo Morales y el 20.91 por ciento de Manfred Reyes Villa, candidato de Nueva Fuerza Republicana, NFR; y del 16 por ciento de Jaime Paz Zamora, del MIR).

En ese su segundo mandato constitucional, a Sánchez de Lozada le fue como en la guerra por su testarudez de no ceder a las reivindicaciones de los sectores populares como la no venta de gas a Estados Unidos y México a través de puertos chilenos y no convocar a una Asamblea Constituyente.

Los problemas se agudizaron en febrero de 2003 cuando el gobierno intentó imponer un impuesto a los ingresos de los trabajadores que derivó en un enfrentamiento entre unidades policiales y militares en plena plaza Murillo con varias bajas.

Entre septiembre y octubre de 2003 el Ejecutivo soportó manifestaciones promovidas por la Central Obrera Boliviana (COB) y por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) que declararon un paro indefinido.

Finalmente Sánchez de Lozada dimitió el 17 de octubre de ese año y fugó hacia Estados Unidos, donde aún permanece negándose a contestar a un juicio de responsabilidades en su contra por la muerte de 65 civiles y otros 500 heridos a manos de los militares que salieron a reprimir por el mandato de un Decreto Supremo.

Tras la salida de Sánchez de Lozada asumió el mando su vicepresidente, Carlos Mesa Gisbert, que conformó un gabinete Ministerial con profesionales que no estaban ligados a los partidos políticos, lo que fue considerado una virtud, pero también un error debido a que los políticos incrustados en el Congreso llevaron adelante una permanente presión contra el Gobierno.

Mesa también fue afectado por la presión cívica de algunos departamentos como Santa Cruz que exigían autonomía para romper una centralización del poder en La Paz.

Cansado de las presiones y su no apertura a las reivindicaciones de los trabajadores, de los movimientos sociales y de los cívicos de las regiones, Mesa renunció el año 2005 para dar inicio al mandato del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé en junio para convocar a nuevas elecciones en diciembre de ese año.

En esos comicios resultó ganador el dirigente indígena Evo Morales Ayma con el voto de 53,7 por ciento de los bolivianos.

Morales Ayma se constituyó así en el primer dirigente indígena que asumió el más alto cargo en toda la historia republicana de Bolivia.

El actual Presidente se alista a disputar nuevamente las elecciones del domingo frente a candidatos de oposición, de los que los principales, Manfred reyes Villa y Samuel Doria Medina, son resabios de los gobiernos neoliberales.

Morales ha edificado un gobierno que le ha dado estabilidad política y económica a Bolivia, después de varios años en los ingresaron cinco gobiernos desde el año 1997, los encabezados por Banzer, Quiroga, Sánchez de Lozada, Mesa Gisbert  y Rodríguez Veltzé.
 
Por Adalid Cabrera Lemuz / ABI