24 ago.- En un mundo donde el cambio climático impone desafíos cada vez más apremiantes, y se hace esencial abordar la vulnerabilidad del sector agropecuario frente a esos impactos, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO) propiciaron el evento "La producción agropecuaria y la dinámica de uso de la tierra en Bolivia: retos y oportunidades para la soya".
El foro contó con el apoyo de la Embajada Británica en Bolivia y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su nombre en inglés), en el marco del trabajo conjunto que inició hace meses, denominado Mesa Boliviana de Soya Sostenible. El encuentro, que tuvo lugar en el Salón Internacional de Asocebú en la Fexpocruz, fue crucial para discutir estrategias que permitan afrontar los efectos del cambio climático en la producción de soya y otros cultivos esenciales.

La resiliencia climática (la capacidad de adaptación y recuperación de los sistemas agrícolas ante los cambios ambientales) se posicionó en el foro como un asunto prioritario en el debate actual de la sociedad; más aún cuando el comercio internacional de productos agropecuarios está cada vez más influenciado por regulaciones destinadas a prevenir la deforestación. Por ello, las instituciones participantes coincidieron que urge fomentar la comprensión de estas regulaciones y su efecto en el panorama agrícola boliviano. 

Se generó soluciones concretas que permitan un manejo responsable de la producción agropecuaria en un entorno de cambio climático

Al respecto, el presidente de Anapo, Fernando Romero, destacó que los productores se han volcado desde hace varios años a la lucha contra la deforestación ilegal y al desarrollo de estrategias de respuesta al escenario mundial que se veía próximo.  “La biotecnología es una de ellas, porque está mostrando su aporte a la resiliencia climática ya en varios países y ofrece oportunidades significativas para enfrentar fenómenos extremos como la sequía, que afectan directamente a la producción de cultivos esenciales como la soya”, indicó.

Calificó este aporte de Anapo como el más efectivo para crear redes de producción, distribución y consumo “que minimizan los impactos negativos en el medio ambiente y que al mismo tiempo maximizan los beneficios sociales y económicos”. Dijo que la producción sostenible de soya en Bolivia “es clave para que esto sea posible, pues aborda la implementación de prácticas agrícolas y ambientales que buscan asegurar la sostenibilidad de todo el sistema productivo en Bolivia”. 

Desde hace varios años, entre las prácticas de cultivo de los productores de granos en Santa Cruz se encuentran la adopción de la siembra directa, la rotación de cultivos y la implementación de métodos sostenibles en áreas adecuadas para la agricultura. “Este trabajo no solo garantiza la seguridad alimentaria, sino que también promueve la conservación de recursos naturales y la biodiversidad”, aseveró el presidente de Anapo.

Ante representantes de organizaciones comprometidas con el cuidado del medioambiente y profesionales dedicados a la investigación de los cambios ambientales y la implementación de métodos sostenibles, la comunidad agrícola de Santa Cruz puso de manifiesto que para sus gremios productivos el concepto de cadenas de valor sostenibles es de gran relevancia. 

Durante el foro "La producción agropecuaria y la dinámica de uso de la tierra en Bolivia: retos y oportunidades para la soya", la CAO dio información sobre la actual dinámica de uso de la tierra en el país y sobre los desafíos comerciales para las cadenas de valor vinculadas a la soya y sus derivados. Se habló de las oportunidades generadas por mercados nichos emergentes que valoran productos provenientes de áreas libres de la deforestación ilegal, considerando que más de 90% del área de soya cultivada en Bolivia cumple con este criterio.

De acuerdo con información provista por el jefe de planificación de la CAO, René Álvarez, “al menos 1,6 millones de personas en el país están ocupadas en el sector agropecuario”. Santa Cruz cuenta con un área forestal de 36,4 millones de hectáreas, de las cuales aproximadamente 15 millones son áreas de conservación y otras 15,6 millones están destinadas al uso agropecuario. De estas últimas, 7,5 millones de hectáreas están siendo utilizadas por el sector agropecuario (2 millones en producción agrícola, 4,8 millones en pasturas y 650 hectáreas en infraestructura).

El evento "La producción agropecuaria y la dinámica de uso de la tierra en Bolivia: retos y oportunidades para la soya" representó un paso significativo hacia la colaboración entre diversos actores interesados en el futuro de la agricultura boliviana. A través de la discusión y el intercambio de ideas, se espera avanzar hacia soluciones concretas que permitan un manejo más resiliente y sostenible de la producción agropecuaria en un entorno de cambio climático.

//Prensa Anapo