El Alto, 12 jun.- Los niños, niñas y adolescentes trabajadores de la ciudad de El Alto están sometidos a jornadas laborales de hasta 12 horas.

Las actividades que requieren horas extras en el caso de las niñas y adolescentes son las de mesera, niñera, trabajadora del hogar y comercio. En el caso de los varones, el voceador, albañil, trabajador del hogar y soldador son los oficios que más exigen, según un estudio realizado por el Centro Boliviano de Investigación y Acción Educativa (Cebiae) para la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

La investigación, socializada en oportunidad de recordarse el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, hoy 12 de junio, contó con la participación de más de tres mil estudiantes de 13 escuelas nocturnas del sistema educativo formal, que es el total de centros educativos de esa urbe.

Una niña atiende un comercio en la Ceja de El Alto.Los adolescentes trabajan entre 9 y 12 horas diarias como voceador, albañil, trabajador del hogar y soldador. Mientras que las muchachas de 5 a 8 horas al día como meseras, niñeras, trabajo doméstico, comercio, voceadoras y recolectoras de plásticos, según la investigación.

Los trabajos más frecuentes entre los niños y niñas son los de voceador, ayudante de carpintería, mecánica, costura, cocina, serigrafía, tornería, trabajadores del hogar, meseros, costureros y niñeros.

Los adolescentes de 15 a 17 años son empleados como voceadores, ayudantes de carpintería, mecánica, costura, cocina, serigrafía, tornería y trabajador del hogar.

El trabajo infantil en la ciudad de El Alto obedece a dos factores socioeconómicos: la supervivencia y la desintegración familiar. Muchos niños, niñas y adolescentes viven sólo con uno de sus padres o con terceras personas, según Fernando Taboada, investigador del Cebiae.

TRABAJO DURO

Los niños trabajadores de El Alto no están libres de las peores formas de explotación, que de acuerdo con el Convenio 182 de la OIT son todas aquellas labores que ocasionan daño al desarrollo físico, psicológico y moral de los niños, niñas y adolescentes. Muchas de las actividades laborales donde están involucrados niños y adolescentes de El Alto son altamente peligrosas y un verdadero atentado a sus derechos. Se han presentado casos de caídas, lesiones físicas por malas posturas o fracturas en el cuerpo, en niños y adolescentes albañiles.

El estudio advierte que aquellos que trabajan como meseros están expuestos a espectáculos obscenos de adultos en estado de ebriedad, horarios nocturnos y a ambientes insalubres por la concentración de humo de cigarrillo y malos olores.

En el caso de los voceadores, son comunes las lesiones en las cuerdas vocales, quemaduras por exposición excesiva al sol y alergias por el manejo permanente de dinero, entre otros peligros.

Los que se dedican a la soldadura pueden sufrir quemaduras, daños en los ojos; los gases y el humo metálico pueden producirles molestias e irritación en las vías respiratorias y causarles varias enfermedades. Quienes se desempeñan como trabajadoras del hogar están expuestas a maltratos físicos, psicológicos y sexuales, discriminación, horas extras y falta de un pago justo, señala el estudio.

LEYES FRENTE A LA REALIDAD

La Constitución Política del Estado Boliviano (Art. 17) señala que: “Toda persona tiene derecho a recibir educación en todos los niveles de manera universal, productiva, gratuita, integral e intercultural, sin discriminación”. Asimismo, señala que el Estado tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla.

La ley dice una cosa, pero la realidad es otra. El ejercicio del derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes trabajadores alteños está supeditado al trabajo, porque de lo contrario no tendrían posibilidades económicas para comprar útiles escolares, alimentos, para el transporte o la atención médica por alguna enfermedad, según los datos obtenidos por el estudio.

Para muchos niños, niñas y adolescentes la única opción es asistir a una escuela nocturna, que en la mayoría de los casos, además de los peligros que entraña, no reúne las condiciones para brindar una educación de calidad, concluye la investigación.

La Constitución protege a niños y adolescentes

La Constitución Política del Estado (CPE) establece que el Estado apoyará con prioridad a los estudiantes con menos posibilidades económicas para que accedan a los todos los niveles del sistema educativo, mediante recursos económicos, programas de alimentación, vestimenta, transporte y material escolar.

Sin embargo, los niños, niñas y adolescentes trabajadores de las escuelas nocturnas de la ciudad de El Alto, y del país en general, no tienen apoyo en materiales escolares, transporte ni vestimenta.

“En sus familias, estos chicos no tienen los recursos suficientes para vivir dignamente, como dice el Gobierno, además muchos son huérfanos de padre y madre, ahí les llega la responsabilidad de mantenerse a sí mismos y mantener a su familia”, dijo a ANNI Bolivia, Ernesto Copa Cruz, coordinador nacional de la Unión Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo).

Ante esta situación que afecta a los niños, niñas y adolescentes trabajadores, la Unatsbo elaboró una propuesta para la regulación del trabajo infantil, la cual fue presentada a instancias gubernamentales para que sea incorporada en la elaboración del Nuevo Código del Trabajo y en la reformulación del Código del Niño, Niña y Adolescente.

Entre otras cosas, proponen que el Gobierno garantice un presupuesto para la atención del servicio de salud y educación de todos los NATS; ser reconocidos como niños, niñas y adolescentes trabajadores y tomados en cuenta por todas las esferas que conforman el Estado Plurinacional; que su trabajo sea un espacio cotidiano de dignidad, aprendizaje, juego y convivencia social; que los adultos no los sometan, ni los utilicen, ni los exploten.

TESTIMONIOS

“En la otra carpintería donde trabajaba, de cada uno dependía si se compraba o no overol, guantes, audífonos. Don Pedro hacía traer troncos que teníamos que convertirlos en tablitas (machihembre), manejamos pura máquina, pura cierra. Con la madera me he golpeado, me he salido de ahí, he descansado un tiempo...”

(Testimonio de un adolescente del colegio Nueva Esperanza A, de El Alto).

“Al principio mis profesores no sabían que trabajaba y por eso algunas veces no podía hacer mis tareas y me regañaban, pero ahora ellos saben que soy niña trabajadora y que le ayudo a mi mamá, ellos me entienden y yo trato de cumplir con todas mis tareas y no hacerles quedar mal. Algunos profes me ponen como ejemplo”.

(Testimonio de una estudiante potosina en el libro Imaginarios social y cultural de los niños, niñas y adolescentes trabajadores de la ciudad de Potosí - Cebiae)

“El año pasado yo he reprobado porque he trabajado con mi papá, de albañil; hemos quedado que me iba a pagar 25 bolivianos por día, pero mi papá había tenido hartas deudas y no me dio lo que acordamos...”

(Testimonio de un adolescente del colegio Puerto del Rosario, de la ciudad de El Alto).

“Bien maldito era (el jefe), me hacía trabajar desde las seis de la mañana hasta las siete u ocho de la noche”.

(Testimonio de un estudiante de la escuela Antofagasta, de la urbe alteña, que trabajaba como voceador).