El 11 de octubre está dedicado a la celebración de la mujer boliviana, como un homenaje a su valentía, esfuerzo, sacrificio y fortaleza. La fecha no es azarosa: en este día se recuerda el nacimiento de la gran educadora y poetisa Adela Zamudio, quien, a través de su obra literaria y fecundo trabajo como maestra, encarna con creces el ideal femenino de tantas madres, hijas, esposas, estudiantes, profesionales y trabajadoras bolivianas.

Adela Zamudio nació en una quinta cochabambina, en 1854. Fue bautizada como Paz Juan Plácida Adela Rafaela Zamudio Ribero. Sus padres eran propietarios de minas en Corocoro, en el departamento de La Paz, pero se encontraban de vacaciones en Cochabamba cuando ocurrió el parto.

Foto Adela Zamudio, en blanco y negroPasó su infancia en Corocoro, donde estuvo hasta los seis años. Luego, los intereses económicos de la familia les llevaron a instalarse en la finca de Corani, en Cochabamba. Según se dice, en ese tiempo Adela solía visitar la casa solariega de Nataniel Aguirre, el autor del afamado libro “Juan de la Rosa”, quien impactó grandemente en el espíritu de la futura poetisa.

La Alondra Solitaria

Adela fue autodidacta. A los quince años había publicado su primer poema, que fue titulado “Dos Rosas”. Para entonces ya firmaba con el pseudónimo de “Soledad”, nombre que delata la melancolía de su carácter. Hacia 1887, publicó su primer libro en Buenos Aires. “Ensayos Poéticos” fue acogido positivamente por la crítica y los lectores, dándole a Adela la seguridad y confianza para moverse con soltura en los ámbitos literarios.

De carácter trasgresor e inconformista, Adela luchó por ser aceptada en el magisterio profesional hasta que en 1890 logró ingresar en la escuela San Alberto de Cochabamba, donde comenzó una fecunda actividad pedagógica orientada a defender el derecho de la mujer a recibir una educación de excelencia y a eliminar toda traba y prejuicio que en ese entonces atentaban contra la formación académica y espiritual de las jóvenes bolivianas.

La “solterona”

En 1905, fundó la primera escuela fiscal para señoritas y que dirigió hasta 1920, cuando fue promovida como directora del Liceo para Señoritas. A tiempo de desarrollar su actividad pedagógica, Adela Zamudio reclamó a través de escritos publicados en varios medios de comunicación, por la necesidad de introducir el laicismo en los programas académicos nacionales. Además, lanzó algunas propuestas audaces para la época, como la instauración del matrimonio civil, el derecho al divorcio y la separación de los poderes de la Iglesia Católica y del Estado. Desde el Liceo, impulsó la enseñanza gratuita y laica, denunció fuertemente el “primitivismo patriarcal” de la sociedad y la explotación y dominación imperante. Famoso es el poema “Nacer Hombre”, que se considera como su alegato poético más profundo y cuya vigencia hasta hoy es admirable.

Su postura le valió el rechazo y la discriminación de una sociedad conservadora y puritana y su excomunión de la Iglesia Católica. En más de una ocasión se enfrentó en agudas polémicas con un sacerdote, en las que se batió gracias a su afilada y graciosa pluma y a la energía y claridad con las que defendía sus ideas. Llamó “matronas piadosas, ricas e influyentes” a quienes se escandalizaban con sus ideas, a tiempo que fue tildada como la “solterona”. Es que Adela había escogido el celibato y vivió siempre sobriamente, con una disciplina casi conventual, que contrastaba –o se complementaba- con una visión filosófica y descarnada de la vida.

Precursora del feminismo boliviano

Adela Zamudio alentó con todos sus esfuerzos la formación del pensamiento feminista. Con ese ímpetu, en 1921 apareció en Oruro el primer número de la revista “Feminiflor” dirigida y escrita por mujeres que fortalecían el ideal de la liberación femenina. En 1923 se constituyó en La Paz la primera organización autónoma de mujeres que luchó por los derechos políticos, el Ateneo Femenino.

En 1926 apoyó públicamente la Ley de Divorcio, que fue sancionada seis años más tarde, en 1932. Estuvo a la vanguardia por las reformas democráticas y exigió la separación de la Iglesia y el Estado. En este periodo se incorporaron las mujeres al movimiento sindical, con sindicatos propios y con la Federación Obrera Femenina.

En ese mismo año, el 28 de mayo, Adela fue coronada por el gobierno nacional en reconocimiento a su obra literaria. Adela pidió que al acto asistieran poetas y escritores y mandó un telegrama urgente al vate paceño Juan Francisco Bedregal, diciendo: “Han resuelto coronarme. Su presencia me fortalecerá en tan duro trance”.

Adela Zamudio murió dos años después, el 2 de junio de 1928 y escribió estas palabras en su epitafio: “Vuelo a morar en ignorada estrella”. No en vano le decían la Alondra Solitaria. (educabolivia.bo)