Cochabamba, 14 ago.- La festividad de la Virgen de Urkupina hace posible desde hoy recrear un milagro, que se relata con una leyenda que pasa de generación en generación y una trascendencia que une a miles de feligreses del mundo bajo el tamiz de la fe y la devoción en el municipio de Quillacollo, en el departamento de Cochabamba, el corazón de la Madre Tierra.

El evento se convirtió desde ayer en el punto central de la reunión de miles de fieles bolivianos y extranjeros, quienes no escatimaron esfuerzos para llegar a los pies de la imagen de la advocación mariana como sucede hace décadas.

Belleza en la Entrada Urkupiña 2011Las personas congregadas en la tierra quillacolleña arribaron con el deseo de expresar su mayor devoción en misas que se celebrarán el 15 de agosto y una peregrinación de casi 14 kilómetros a efectuarse un día después.

Pero también viajaron decenas, cientos o miles de kilómetros con el deseo latente de pedir los favores de la Mamita de Urkupina, y arrancaron piedras a combazos, a manera de préstamo de bonanza y fortuna, en el Calvario del cerro de Cota.

Los feligreses y los peregrinos son parte de una tradición boliviana surgida de un milagro relatado por una leyenda cuyo origen data de fines de 1.700 en la denominada comarca de Cota.

Las versiones difieren en detalles, pero las más antiguas y reconocidas, en versión popular, fueron rescatadas por monseñor Francisco Cano y la investigadora Mercedes Anaya de Urquidi.

De acuerdo con ambos relatos, fue una pastorcita de ovejas de una humilde familia campesina la elegida para varias apariciones extrañas de una hermosa señora que tenía un niño en sus brazos.

Los encuentros comenzaron a producirse en varias ocasiones cada vez que la pequeña pasaba el río Sapinku con su rebaño, hacia el cerro llamado del Calvario.

La menor desde entonces demoraba sus retornos al hogar y sus padres le interrogaron el motivo. Ella relató que durante el pastoreo de sus ovejas conversaba y jugaba con la mujer y el pequeño.

Sus familiares decidieron hablar de lo sucedido con el párroco de la región, conocido como doctrinero, y sus vecinos. Con la intriga de por medio, todos solicitaron a los padres que instruyera a la pastorcita que avise si volvían a repetirse los encuentros para ir al lugar a verificar lo sucedido.

Un día en especial —algunos investigadores presumen que era 15 de agosto, por la fecha de la fiesta patronal de la Virgen por su advocación de la asunción al cielo— la pequeña volvió a encontrarse con la hermosa señora y su niño.

Recordó el pedido de sus padres, pidió licencia y fue corriendo a avisar lo que pasaba. Los adultos escucharon su llamado, convocaron al párroco y sus vecinos y comenzaron a correr por la pedregosa colina.

A la distancia pudieron ver una visión celestial que se esfumaba en la parte alta, entre pedrones y arbustos, mientras la pastorcilla corría hacia ellos gritando en su lengua nativa: Jacgaycga Orcqopiña (allí está, ya está en el cerro).

Los familiares y la muchedumbre llegaron al lugar en que generalmente se situaba la bella señora con su niño y sólo encontraron una imagen pequeña hermosísima, de la Virgen María, que fue trasladada en medio de algarabía a la capilla de Quillacollo.

En contraposición, una versión distante de la leyenda, incluida en el libro La historia del milagro, menciona que en 1593 llegó a Cochabamba el visitador Luis López, obispo de San Francisco de Quito, con la misión de eliminar la religiosidad agrícola entre los indígenas.

Los indígenas de las regiones Quillacollo y Tapacarí fueron obligados por ello a participar en la fiesta de la Virgen de la Asunción, celebrada cada 15 de agosto, y ellos decidieron fingirse cristianos en el afán de utilizar la ritualidad católica para continuar la veneración de sus dioses del agro.

“Las huacas del trueno y de la lluvia serán veneradas bajo la forma del Tata Santiago y, todas las mamas de la fertilidad serán reverenciadas en el culto de la Virgen María”, establece parte de la investigación de los autores del texto historicista de Wálter Gonzales y Wilson García.

Al final posiblemente aceptaron rendir devoción en dos días de la presiembra, de la cosecha de agosto, porque reconocerían en la Virgen de la Asunción a sus diosas Kawillaka y Chawpiñamka.

El sincretismo hizo que pasara algo imprevisto, puesto que las fiestas católicas desde entonces adquirieron el “rostro indígena” con todos sus rasgos distintivos.

Una de las menciones más explícitas de la fiesta de Quillacollo, en especial, fue encontrada por el investigador Raymundo Grigoriú en un expediente del Archivo Nacional de Sucre.

El texto menciona la averiguación de las entradas y los gastos de los curatos de la provincia de Cochabamba, con especial énfasis en una de las más costosas fiestas que se realizan cada 15 de agosto “en el Curato de Vallegrande de San Ildefonso de Quillacollo”.

El historiador José de. Mesa Figueroa hizo otro aporte investigativo, puesto que encontró en un cuadro que data de 1761 la imagen más antigua de la Virgen de Urkupina, con lo que se demuestra que en aquella época tenía un culto extendido.

El tiempo se hizo cargo posteriormente de institucionalizar el festejo y a mediados de 1800 el nombre actual de la Virgen de la Asunción, Urkupina, apareció claramente identificado.

Poco se sabe de las prácticas de festejo empleadas en la época y las postrimerías, aunque siempre se identificó la inclusión de la danza y la música.

La veneración y algunas actividades conexas definidas comenzaron a llamar el interés de los medios de comunicación al final del siglo XIX y principios del siglo XX, con periódicos como El Heraldo y El Comercio, aunque inicialmente de manera marginal y despectiva por tener la participación indígena.

La Guerra del Chaco amplió la devoción por la Virgen ante los pedidos de amparo y protección, pero el hito institucional más relevante se produjo en 1952 con la creación del Centro Cultural Diablada Quillacollo por iniciativa de trabajadores de la fábrica Manaco.

El sociólogo e investigador Jesús Mendoza recordó en su momento que el señor Luis Merino le relató que la idea surgió en el lugar más inesperado, una reunión de viernes de soltero en la “casa de la señora Zambrana”, donde no faltaban el plato de charque, la jarra de chicha y el tradicional juego del sapo.

La iniciativa llamó la atención de devotos de La Paz, que promovieron la creación de fraternidades quillacolleñas de las danzas morenada y waka tokoris.

Cerca a medio millon de personas llegan a Quillacollo.Un fenómeno singular se vivió en la década de los años 60 del pasado siglo por la arremetida de orientales que viajaban para buscar la bendición de la Virgen de Urkupina.

La prensa de 1967 destacó, por ejemplo, que cerca de 15.000 personas vieron la fiesta y más de 50.000 los actos religiosos y de peregrinación al Calvario.

El proceso se afianzó y para la década de los años 70 se consolidó la presencia de la fiesta para la Virgen en la sociedad con amplia fuerza en el nivel nacional, con el apoyo de la creación del Comité Folklórico de Quillacollo.

Para 1972, Radio San Rafael, con el respaldo de la Alcaldía de Quillacollo, marcó otro hito al convocar a conjuntos de sikuris, lechiwayu, tarkeros y zampoñeros para bailar la noche del 15 de agosto.

En una cadena con Radio Independencia surgió entonces el primer ensayo de una actividad comunicacional concertada para promover el festejo.

El mismo año se reforzó el incentivo del evento religioso en todo el país, a lo que se sumó la organización de romerías a pie efectuadas por el prefecto Milivoy Eterovic Matenda.

Los feligreses comenzaron entonces a intensificar las caminatas desde la puerta de la Prefectura en la ciudad de Cochabamba hasta Quillacollo.

En 1975 se presentó un hecho que terminó de consolidar el realce a la religiosidad porque la Virgen de Urkupina fue elevada al rango de “Patrona principal de la provincia de Quillacollo” por un decreto arzobispal del 5 de septiembre.

Otro momento para darle relevancia nacional al evento llegó con la consignación del 14 de agosto para el corso tradicional, que contó con la presencia de más de 14 bandas, cientos de bailarines de La Paz, Oruro y Santa Cruz, y varios vehículos adornados.

El prestigio de la fiesta tuvo más convocatoria un año después con la elaboración de un documental a cargo del Instituto Boliviano de Turismo y el Canal Universitario.

Las tareas efectuadas para ampliar el interés por el festejo religioso tuvieron un corolario importante en 1977, puesto que la prensa cochabambina destacó la participación de cerca de 100.000 hombres y mujeres. El 80 por ciento provino de otros departamentos y de países como Brasil, Estados Unidos y Perú, además de Europa.

El tamiz de los medios de comunicación puso su parte cerca de 1979 con periódicos de Cochabamba y Santa Cruz que lanzaron suplementos especiales, además de que se produjo la primera publicación formal relacionada con la fiesta: el libro El milagro de Urkupina de Rafael Peredo Antezana.

La divulgación mediática provocó el crecimiento del interés por la festividad, al punto de que hasta los políticos esperaban el momento para participar y ser reconocidos en los actos programados.

Una década después se llegó a niveles insospechados con publicaciones nacionales e internacionales transmisiones radiales y televisivas, junto con el empleo de los recursos ilimitados de Internet.

La connotación adquirida por la festividad y sus actividades conexas hizo posible que el Gobierno de Bolivia diera otro reconocimiento a la Virgen de Urkupina al nombrarla, el 8 de diciembre de 1998, como “Patrona de la Integración Nacional”.

La cantidad de personas que se enteran del milagro y las manifestaciones de su recreación aumenta a diario y hoy es posible mencionar que cerca de medio millón de personas llegan a Quillacollo.

Los feligreses de nueve departamentos, incluso países como Argentina y Brasil, entre los más cercanos, están ahora con la fe y la devoción puestas en el santuario de la “Mamita de Urkupina”, puesto que su veneración es un proceso que se acrecienta, con una exhortación a viva voz por la reivindicación cultural y la unidad entre la diversidad de los pueblos de un mundo globalizado.

Urkupiña 2011: Caminar hacia el encuentro con lo sagrado

Con la llegada de imágenes de la Virgen María desde diferentes ciudades del país comenzó ayer la festividad religiosa de Urkupiña.Con un trayecto de más de 13 kilómetros, la romería es uno de los eventos trascendentales de la fiesta porque permite contar con un tiempo de espontaneidad para orar y reflexionar en el camino al encuentro con lo sagrado y la divinidad de la Virgen de Urkupina.

La caminata, presidida cada año por las principales autoridades eclesiales, gubernamentales y municipales, comienza cada 16 de agosto, pasada la medianoche, y termina en el cerro de Cota, en el municipio de Quillacollo.

El recorrido hace posible pasar por parroquias en que se consolida el recogimiento espiritual que prepara para una eucaristía organizada a las 5 de la mañana en el atrio del templo de San Ildefonso.

La romería “oficial” parte posteriormente hacia la capilla del Calvario, con el acompañamiento de autoridades eclesiásticas y civiles, así como cientos de peregrinos nacionales y extranjeros.

Su realización varió con el paso de las décadas. Los primeros registros escritos señalan que en el período de la consolidación de la festividad se realizaba con el solo acompañamiento de grupos autóctonos.

En aquella época la gente aún no presentaba las danzas de la morenada ni de la diablada, pero sí participaban tres o cuatro personas disfrazadas de diablos con caretas de lata, además de osos y leopardos con brillantes uñas.

Los primeros personajes tenían chicotes que usaban en la misión de ahuyentar a la gente que se ponía en el paso de los danzarines, quienes seguían a un séquito que tenía a la cabeza a la imagen de la Virgen de Urkupina en andas y que era seguida por un cura y una banda.

En aquel entonces todavía no se sacaban piedras, pero estaba enraizada la Alasita, que contaba con miniaturas de casas, vacas, enseres hechos por alfareros. Incluso se incluían pequeñas hortalizas y frutas.

Los billetitos eran otra atracción porque podían ser usados para la compra real de productos en la feria. Los objetos en miniatura eran, por sobre todo, representaciones de lo deseado para un mejor porvenir.

Un hecho anecdótico menciona la existencia de una Notaría de Registro Civil del Calvario donde se realizaban matrimonios ficticios entre parejas.

La devoción en piedras sacadas a combazos en Urkupiña 2011

Las visitas al cerro del Calvario son una parte importante de la festividad de la Virgen de Urkupina, porque en el lugar es posible, según muchos creyentes, medir la devoción por el tamaño de piedras extraídas con golpes de combos o martillos.

La costumbre establece que los pedazos de roca sacados simbolizan un “préstamo” que otorga la Mamita para tener riquezas y bienes. La tradición demanda que el pedrusco pase por la bendición, la k’oa y la ch’alla, para que se cumpla lo deseado, y que un año después sea devuelto.

El origen de tal práctica no tiene una sola ubicación temporal puesto que hay divergencias entre algunos investigadores en el año, pero coinciden en el nombre de la promotora y casi en su iniciativa principal.

El teólogo Miguel Manzanera establece que allá por 1940 una mujer quillacolleña, Lindaura Alvéstegui, miembro de Acción Católica y de las Hijas de María, quiso impulsar la construcción del actual templo de San Ildefonso e involucró más a los fieles.

Ella regalaba a los donantes una bolsita con piedrecitas traídas del calvario de Copacabana, como señal de la bendición de la Virgen María.

De acuerdo con Manzanera, esa propuesta de llevarse una piedra arraigó fuertemente en los peregrinos, pero fue completada con el rito de golpear la roca con un mazo para extraerla del cerro rocoso.

Por su lado, Walter Gonzales y Wilson García mencionan en su libro Historia del milagro, basándose en el relato del padre Francisco Cano, que el origen de la costumbre data de 1944 y se debe a que un grupo meritorio de señoras, animadas de religiosidad, quisieron ayudar al párroco novato a realizar una serie de trabajos urgentes en el templo de San Ildefonso.

El grupo de mujeres solía acompañar a la imagen de la Virgen de Urkupina al Calvario cada 15 de agosto cuando su capilla de adobe se encontraba cerca del puente antiguo que conducía a Santibáñez.

Una de ellas era la profesora jubilada Lidaura Alvéstegui, quien había visto cómo los fieles de la Virgen de Copacabana recogían piedritas del lago como recuerdo.

La mujer comenzó a hablar con los devotos de la Virgen de Urkupina cuando iban a hacer bendecir sus miniaturas y billetitos de Alasita y les decía: “Ve a recogerte una piedrita y llévatela de recuerdo con la bendición de la Virgen”.

En vivo la Entrada de Urkupiña por Bolivia TV

Por Wilfran Sánchez / Cambio