La Paz, 9 mar.- Con el ritual de la ch’alla, una ancestral ofrenda con la que se agradece a la Pachamama o Madre Tierra por la buena cosecha, los bienes materiales y espirituales concedidos, concluye la celebración del carnaval.

El festejo carnavalero en la ciudad de La Paz se vio opacado tras el colapso hace diez días de un cerro que dejó más de 6.000 damnificados y 800 predios destruidos en ocho zonas del sector este de la hoyada paceña. Pero pese a la tragedia algunos vecinos del sector, de todas maneras, procedieron a cumplir con el ritual milenario.

Martes de Challa, un ciudadano adorna su automóvilLas ceremonias y las ofrendas están dedicadas a la tierra en un festejo por la buena producción y la esperanza de los pueblos. Una de las costumbres trasladadas del campo a la ciudad es la ch’alla, que está principalmente relacionada con la ofrenda o wajt’a que se ofrece a la Pachamama.

El pueblo ch’alla en las urbes sus bienes materiales como sus viviendas, casas y autos, además de sus negocios, mientras que en el campo los comunarios cumplen con el ritual ch’allando sus terrenos y cultivos, también adornan a sus animales con lanas de colores.

La celebración forma parte de los rituales que se cumplen en el Jallupacha o tiempo de lluvia. El hombre andino concibe todo lo que le rodea como parte de una totalidad llena de vida y de complementariedad, y que fundamentalmente se refleja en el respeto y la convivencia plena en armonía con la Pachamama y el resto del cosmos, que incluye a todos los seres.

El rito se cumple al rociar con ‘vino de la tierra’ y alcohol sus bienes e incluso lugares de trabajo, como los sitios que usan las comerciantes y vendedoras de las calles.

Algunos investigadores creen que la ceremonia se remonta a la época de la cultura Tiwanaku. El hallazgo de varios “ch’alladores” o cerámicas con forma cónica y con un orificio en su parte inferior, permite suponer que los objetos arqueológicos sirvieron para ch’allar con chicha o sangre en los rituales milenarios.

OFRENDA O WAJT’A

Los tradicionales confites de color blanco y rojo para la ch'alla en CarnavalEl ritual de la ch’alla, una costumbre que se cumple de forma colectiva, se inicia con el encendido de los cohetillos que con el ruido casi ensordecedor se anuncia que se cumplirá con la ofrenda o wajt’a a la Pachamama.

Se tiene registro que esta costumbre, que nació en los Andes, desciende por el Sur hasta Argentina, por el Norte llega a Colombia, y por el Oeste al Perú y Chile, donde se práctica con diversas costumbres.

La wajt’a que será ofrendada arderá en una pequeña fogata, pero también se adorna la casa o el negocio con coloridas serpentinas y banderines, se hecha mixtura y se derrama alcohol y el “vino de la tierra” en las esquinas. Tampoco faltan los confites de color blanco y rosado, estos son lanzados sobre el techo de la casa. Dicen que la Pachamama recibe el dulce que la alimenta. Luego se abren las cervezas y se comparte entre los familiares. Muchas personas también tienen la costumbre de echar al suelo los pétalos de flores de diferentes colores, aunque prevalecen los pétalos de color blanco y la flor de la retama.

Cuando la fogata arde se coloca la wajt’a también llamada “mesa”. Está adornada con lanas de diversos colores llamativos y al centro se colocan figuras que representan a la casa o al negocio. Es motivo de celebración, porque se está ofrendando a la Pachamama por la buena producción y la esperanza. Cada uno de los presentes en la ceremonia proceden a ch’allar la wajt’a y brindan a la espera que el fuego consuma la “mesa” que también lleva la k’oa, la planta milenaria del lago Titicaca.

Las cenizas de la wajt’a y la buena suerte

En el ritual milenario de ofrendar a la Pachamama o Madre Tierra con una wajt’a o mesa, surgieron otras costumbres como el descubrir en las cenizas si existe o no buena suerte.

Algunas personas tienen la costumbre de ver la ‘suerte’ entre las cenizas de la ofrenda a la Pachamama. Los amautas o sabios aymaras dicen que si la ceniza que queda de la wajt’a que ardió en una fogata es blanca significa “buena suerte” para todo el año y se la debe guardar en una esquina de la casa, debajo de la tierra o en una maceta. Pero si la ceniza es negra se la tiene que botar para que la mala suerte no afecte a la familia.

La ceremonia de la ch’alla es un motivo de celebración en el carnaval, y aunque se ch’allan los bienes materiales la tradición tiene un profundo signficado espiritual.