21 ago.- De golpe, la suerte del gobierno del general Juan José Torres quedó sellada a eso de las 18.30 horas del sábado 21 de agosto de 1971, cuando, en el fragor de los combates callejeros entre pobladores de La Paz y la hidra reaccionaria, la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) se sumó a la asonada fascista rompiendo un pacto de defensa que habría acordado con la Central Obrera Boliviana (COB).

A esa hora, todos los regimientos del país se habían sumado a la conjura contra el gobierno revolucionario de Torres. Todos, menos el regimiento “Colorados de Bolivia” que, al mando del mayor Rubén Sánchez, desplegó sus tropas para unirse al pueblo en las calles de La Paz.

Golpe de Hugo Banzer, 21 de agosto de 1971A las 18.20, dos aviones Mustang irrumpieron sobre la ciudad y en el segundo de dos vuelos rasantes ametrallaron a los civiles apostados en el cerro Laikaq’ota. Cuando les llegó el granizo de las balas, esos combatientes estaban cantando el himno patrio, celebrando, trágica y paradójicamente, que la FAB hubiese salido a defender al régimen de Torres en cumplimiento del pacto “Aguilita Voladora” convenido en abril de ese año con el líder obrero Lechín Oquendo.

La Embajada de Estados Unidos, la colonia alemana manejada por los hermanos Gasser, el MNR de Paz Estenssoro y Ciro Humboldt, FSB de Gutiérrez y Valverde Barbery, el “Ejército Cristiano Nacionalista”, los paramilitares a órdenes del nazi Klaus Barbie y los maleantes de la banda “Los Marqueses”, entre otros, secundaron rabiosamente a los ejércitos en la represión ventajista contra el inerme pueblo.

Sin partido político propio, con la Asamblea Popular ajena a su proyecto progresista, con la fuerza aérea ya del otro lado y, en fin, con todas las guarniciones militares en su contra, Torres entendió, al fin, y tarde, que el pueblo era su primer y único bastión confiable. Y que estaba siendo arrasado.

A las 07.10 de la noche, el presidente pronunció su último discurso por radio “Illimani”, la emisora del Estado, cabeza de una red de 25 radios sindicales del país que habían transmitido “en cadena” durante ese sangriento día.

En el limbo de las cosas consumadas, Torres dijo todo y nada: “A los obreros, campesinos y estudiantes que combaten denodadamente contra el golpe falanjo-gorila-movimentista, vaya toda mi gratitud. Les digo (…) que yo como presidente de los bolivianos me siento orgulloso de la valentía y las decisiones de los trabajadores, universitarios y soldados revolucionarios. Adelante en nombre de la patria, pueblo heroico, invencible e inmortal. Viva Bolivia”.

Ese día, hasta esa hora, habían sido acribillados a tiros en las calles y plazas de La Paz 97 ciudadanos y otros 562 estaban heridos, según datos oficiales dados a conocer después por la Cruz Roja.

A las 20.16 de ese sábado, los locutores confirmaron, entre muchas bajas, la muerte del sacerdote tercermundista Mauricio Lefebvre, desangrado en una esquina de la calle Capitán Castrillo, tras haber sido herido en el pecho por francotiradores de Falange y el MNR.

En los días subsiguientes, ya con la tiranía fascista encima, fallecieron otros 16 patriotas que no pudieron o no quisieron llegar a los hospitales vigilados por la milicia fascista triunfante. Los paramilitares a control del falangista Andrés Ivanovich se apostaron en las puertas de los centros de salud y de las embajadas para impedir, metralleta en mano, el ingreso de la gente en apuros de vida o muerte.

La Plaza Murillo, que está al frente del Palacio de Gobierno, fue copada a las 08.10 de la noche por tanquetas y carros de asalto del regimiento “Tarapacá” de Viacha. Otros 42 piquetes de infantería apostaron sus ametralladoras en las principales esquinas de La Paz.

Radio “Illimani”, la emisora oficial, instalada en un edificio colindante con el despacho presidencial, que inició esa transmisión de emergencia a las 10 am, calló su voz a las 9 de la noche, cuando el pueblo y su gobierno habían sido derrotados.

El presidente Torres abandonó el Palacio Quemado a las 20.45, escoltado por tres soldados “colorados” y dos civiles. No se supo donde fue, pero lo asesinaron en Argentina, previa tortura, dos años después. Antes de salir de la “Illimani” hacia el infierno de venganza y muerte callejera, aquellos radialistas se abrazaron y uno de ellos se despidió así de la audiencia: “Ha caído la noche fascista sobre Bolivia. Nos replegamos para reintegrarnos a las luchas por la liberación. Hasta la victoria”.

Los recuerdo con emoción: Gonzalo Otero (que murió en el destierro en 1972 a causa de las torturas que le infligieron en la cárcel de Chonchocoro), Juan Carlos Gallardo (fallecido hace 12 años), Andrés Soliz Rada, Washington “Pipo” Estellanos, Norma Sevillano y otros dos.

En febrero de 2006, en un acto ante periodistas, Evo Morales —que había asumido la presidencia de Bolivia un mes antes— dijo que aquel día, el sábado 21 de agosto de 1971, él estaba arreando llamas y ovejas en los cerros de Urinoca, Oruro, y “escuché toda aquella transmisión triste y valiente en una radiecito a transistores que yo tenía”. Ante la gente de prensa confesó Evo que “ese día me dije que yo sería un locutor también”.

La tiranía fascista así inaugurada se mantuvo siete años en el poder. Pobre república.. ¿Dónde están ahora los canallas de ese siniestro entonces, hace 42 años?

LA SALIDA DEL GENERAL J.J. TORRES

El presidente Torres abandonó el Palacio Quemado a las 20.45, escoltado por tres soldados “colorados” y dos civiles. No se supo dónde fue, pero lo asesinaron en Argentina, previa tortura, dos años después.

El juicio político a la dictadura de Banzer, una deuda pendiente

El líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado el 17 de julio de 1980, planteó el enjuiciamiento a la dictadura de Banzer. Por eso lo mataron, y sus autores dejaron en la impunidad a quienes no sólo cometieron delitos de lesa humanidad en Bolivia, sino que se enriquecieron a costa del erario nacional. El crimen y la corrupción campearon durante la dictadura banzerista.

El 30 de agosto de 1979, Quiroga planteó el juicio y puso el dedo en llaga y desnudó el carácter fascista del régimen instaurado con el poder de las armas. Los sectores más reaccionarios de las FFAA encumbraron a Hugo Banzer en alianza con empresarios de derecha.

JUICIO POLÍTICO

Palabras de Marcelo: “Queremos decir a todos en este juicio, como lo anunciamos en el primer instante, que éste es inexcusablemente un juicio político. Es un juicio de naturaleza política que sólo la ignorancia política o la mala fe identifica con el juicio partidario o la expresión subalterna de enconos y resentimientos personales. Es un juicio político porque es de naturaleza política el delito que hay que juzgar. Es juicio político porque los administradores deshonestos del interés nacional, aquellos que se enriquecieron ilícitamente, aquellos que violaron derechos y libertades fundamentales no incurrieron en los delitos mencionados y probados como personas privadas. Lo hicieron en ejercicio de funciones públicas. En el caso de Banzer, en el ejercicio de la más importante función pública del país, desde la Presidencia de la República”.

El régimen del coronel Banzer fue parte de una ola de gobiernos de facto que se instauraron en América Latina y que coordinaron la represión a los movimientos de izquierda. (Cambio)

Jorge Mansilla (Coco Manto)