La vida de Juana Azurduy está llena de valores, especialmente los relacionados con la libertad y la justicia. Luis Arancibia Ulloa nos permite publicar una breve pero completa descripción de la vida, logros y obra patriótica de nuestra libertadora, la chuquisaqueña Juana Azurduy de Padilla a propósito de su nacimiento un 12 de Julio de 1780.

Pocas veces la historia de los pueblos reconoce el coraje, la intrepidez y el valor de la mujer combatiente. Que yo sepa, no hay mujer que se haya ganado el grado militar en los campos de batalla como lo ha hecho Juana Azurduy de Padilla, la guerrillera que surcó los campos de combate sembrando la semilla de la libertad en las tierras del Alto Perú. Por ello, no debe extrañar que su ejemplar trayectoria militar durante la Guerra de la Independencia, junto a su esposo Manuel Ascensio Padilla, haya sido reconocida por el Ejército Libertador Argentino que le otorga el grado de Teniente Coronel. Más tarde, el propio Simón Bolívar le otorga el grado de Coronela y pretende hacerle justicia otorgándole una mejor pensión.

Juana Azurduy de Padilla representa en vida la lucha de la mujer combatienteJuana Azurduy representa en vida la lucha de la mujer combatiente, esposa, madre y compañera que ha dado su sangre, sus sueños y la vida de sus hijos por una patria libre y soberana. La “flor del Alto Perú”, como se la conoce desde entonces, nace en Sucre, pero se la considera una guerrillera sin fronteras, militante aguerrida de una Patria Grande. Juana Azurduy juró sobre el cadáver de su esposo muerto en combate, seguir la lucha hasta el final de sus fuerzas, y cumplió con creces, pese a haber perdido a cinco de sus seis hijos durante la épica guerra latinoamericana por la independencia. A su muerte, nace la leyenda.

Leyenda cantada en cueca norteña, con letra escrita por el historiador Félix Luna y musicalizada por Ariel Ramírez, relata con ritmo de tambores la cabalgata olor a jazmín, el olor de la revolución, desde las tierras libres –las republiquetas del Alto Perú- del sur boliviano a las selvas y bosques del noroeste argentino. Cómo ignorar los mágicos escenarios de una guerrillera dando a luz a orillas del Río Grande. Mujer valerosa, madre combatiente, madre amantísima, con una niña en brazos y un fusil en bandolera, barriendo los vientos a sangre y a fuego por un aliento de libertad. Juana Azurduy de Padilla, Capitana, Teniente coronela, Generala y Mariscala de hombres y mujeres leales, como ella.

El Libertador Bolivar dijo que quizás haya sido más justo llamar de Padilla a la nueva república independiente, La patria mía, Bolivia, tiene nombre de mujer. Quizás sin quererlo, quizás presintiendo que detrás de la epopeya por la libertad estaba una mujer de nombre Juana Azurduy, quienes ofrecieron a Bolívar el nombre de la naciente república acertaron al denominarla Bolivia. Pero quizás haya sido más justo llamar de Padilla a la nueva república independiente, como bien lo expresó Simón Bolívar cuando conoció a la “amazona”, terror de los soldados del ejército realista español. Mujer comandante guerrillera, cabeza visible de la Republiqueta de La Laguna, quizás su historia de lealtad para con la Patria Grande haya influido en la decisión de Tarija para ser parte del naciente proyecto liberador boliviano de 1825.

Y aún hay otro homenaje a la mujer representada por Juana Azurduy: El bono de embarazo, parto y puerperio que lleva su nombre y que el Estado boliviano otorga a las mujeres bolivianas para proteger su maternidad y al hijo pequeño. Un manto de protección en honor de la madre doliente Juana. Y para recordar el vuelo de la libertad hacia los confines de la Patria Grande, el moderno aeropuerto de Sucre, capital histórica de Bolivia, lleva el nombre de la heroína y comandante Azurduy de Padilla. Pero la gesta de Padilla va más allá del horizonte. Las aves cantan libertad desde la blanca Sucre hasta las tierras mágicas de Salta, Tucumán y Jujuy, en pequeña muestra del gigantesco canto general latinoamericano. (educabolivia.bo)